En abril de 2.000 empecé a pensar en la idea del reloj de arena. De entonces datan un par de apuntes, que ni siquiera llegan a boceto, con el exclusivo fin de fijar, por vía de recordatorio, el concepto. Inmediatamente percibí que ese concepto exigía elaborar una “serie” con el tiempo y el espacio como elementos a conjugar.
La división del espacio en dos zonas muy diferenciadas, una relativa al tiempo que transcurre o que va a transcurrir, y otra al tiempo transcurrido o, lo que es lo mismo, un espacio dedicado al presente y al futuro y otro espacio dedicado al pasado, me hizo ver con claridad el enorme campo de posibilidades que se me abría por las diferentes combinaciones susceptibles de realizar con estos elementos. Combinaciones que, no solo están en función de la materialidad plástica, sino también del propio concepto, de los valores que se otorgan al binomio espacio-tiempo con significados relativos, según las circunstancias de cada caso.
En enero de 2001 retomo la idea y empiezo a trabajar con bocetos previos. Tres bocetos netamente diferenciados entre sí forman el embrión de la serie que, al desarrollarse, han ido generando nuevos planteamientos.
La tesis esencial que determina la estructura formal de cada obra viene fijada por los siguientes elementos:
-Dos semicírculos unidos tangencialmente, que responden al diseño clásico de los relojes de arena, siendo el semicírculo superior el espacio del tiempo presente o futuro, y el inferior el espacio del tiempo consumido.
-Los espacios laterales, configurados por este esquema, significan el marco circunstancial en que se inserta el tiempo. Son las circunstancias que lo delimitan.
-Finalmente, la arena como protagonista que asume la acción del tiempo.
RELOJ DE ARENA – 1.
Es una obra con mucho movimiento en su estructura, contrastada cromáticamente en negros y rojos, respondiendo así al dinamismo del tiempo que en el mismo momento de ser ya es pasado.
Hay restos de un tiempo pasado, en arena oscura, gastada, fragmentada, y hay un tiempo próximo, compacto, fuerte, de arena rubia clara, de inmediata acción.
RELOJ DE ARENA –2.
Obra esquemática, donde se conserva incluso los trazos de lápiz del boceto original para dar todo el protagonismo a un tiempo pasado muy importante, como demuestra su propia potencialidad matérica y la huella que ese tiempo que fue ha dejado en forma de enorme herida abierta.
RELOJ DE ARENA – 3.
Tiempo presente petrificado. Los espacios correspondientes al tiempo actual y al pasado están unidos por una corriente de arena continua, como expresión del discurrir del tiempo. Pero ambos espacios no están determinados, solo hay una leve insinuación indicativa, porque en el presente no se diferencian.
RELOJ DE ARENA –4.
Es una expresión breve, pero bastante convulsa, sobre un pasado quemado, cuyos vestigios son rescoldos y cenizas. Sin embargo, aún queda algo de tiempo por suceder.
RELOJ DE ARENA –5.
Es una clara alusión al tiempo que se fue. Es una apología dramática del pasado con diversas connotaciones: desde el tiempo quemado con las cenizas como su más elocuente expresión, al tiempo consumido, pero válido, como denotan los restos de arena no destruida.
En el espacio donde fluye el presente y futuro solo queda la huella como referencia. Ya no hay tiempo. Y muchas adherencias: son los jirones que el tiempo ha ido dejando en su discurrir.
RELOJ DE ARENA – 6
Sobre una superficie imprecisa, pero con cierta reminiscencia de los cielos velazqueños del Guadarrama, se traza un esquema de previsión de situaciones: Huella del tiempo en ambos hemisferios, sin determinar su importancia o su influencia.
Francisco CRUZ DE CASTRO