No es la primera vez que tomo como referencia un cuadro de los grandes clásicos para realizar una obra. Así, de Velásquez tengo dos versiones de la “Venus del espejo”, diversas versiones del retrato de “Doña Margarita de Austria”, el retrato de Felipe II de Vicente López, “El Caballero de la mano en el pecho”del Greco, etc. De Goya, sin embargo, pese a la notoria influencia que en mí ejerce, nunca lo había adoptado como pretexto.
El Perro es uno de los cuadros que me ha despertado siempre un especial interés. Quizás la falta de argumento, de anécdota, la fuerza de la plástica pura con la única nota de una minúscula cabeza de perro, impecablemente colocada en un espacio muy cercano a la regla de oro renacentista…; todo ello es posible que haya sido lo que me ha impulsado a realizar esta versión. Lo cierto es que muy pronto tuve ideas muy claras de cómo abordarlo. Los diferentes juicios críticos que existen sobre este cuadro me ayudaron en el empeño.
La crítica especializada no se pone de acuerdo en qué consiste la parte inferior del cuadro pintada en un pardo oscuro sin matizar. Para unos, se trataría de tierra, dunas de arena, o una espacie de montaña por donde el perro asoma. Para otros podría ser agua y el perro lucha por no hundirse. Hay incluso quien argumenta que el cuadro no está terminado.
Para mí el interés del cuadro reside en su composición y en su cromatismo, con dos masas de color netamente diferenciadas y contrastadas, y la nota expresiva de la cabeza del perro que centra y define el cuadro. El que la parte inferior sea arena, montaña o agua, me es absolutamente indiferente.
Así las cosas, me enfrento con el cuadro poniendo el énfasis en la parte superior, la más amplia, tratando de crear una textura matérica rica y expresiva y que asuma el protagonismo de la obra.
La parte inferior la resuelvo anulándola, haciendola desaparecer. Las incertidumbres de la crítica aquí no caben. En su lugar, levanto la propia materia y aparece la tramoya del cuadro, esto es, el bastidor con sus cuñas correspondientes. De esta manera, el bastidor sin dejar de ser soporte, se convierte en materia pictórica y por tanto, en forma, y como tal forma con la pertinente manipulación del color, de los matices, de las manchas, etc.
Este es un recurso que utilizo con relativa frecuencia, cuya finalidad estriba en poner de manifiesto la contradicción de lo figurado y lo real. No tiene lugar la ilusión de un perro en un paisaje. El perro no es un perro, es la pintura de la cabeza de un perro sobre una superficie arrugada, que se ve incluso afectada por los propios pliegues de la materia.
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Ficha técnica.
Técnica: Mixta a base de acetatos, resinas, polvo de mármol y acrílico.
Soporte: Madera contrachapada sobre bastidor.
Medidas: 100 x 62 cm.
Lugar y fecha de ejecución: Madrid.-2004